Para algunos a quienes nos gusta la literatura los aniversarios cargan siempre un hálito de reverencia mixtificadora hacia el personaje que los motiva. Por tal razón, en este año en que se conmemoran los cincuenta años de la muerte de Alfonso Reyes, nada mejor que rendir tributo a su memoria. Cumplo así con su premisa de mantener viva la parentela y, a la vez, cumplo con la tarea, siempre necesaria, de trabajar para divulgar aquello que juzgamos perdurable, útil o bello. Las ideas y la prosa de don Alfonso, según el dictamen del tiempo, mantienen su aliento y validez para hispanoamérica. De ahí surge este gesto, llamado blog, para difundir algo de lo que él dijo y, ante todo, la manera como dijo las cosas, pues es innegable que en su prosa radica quizás la mayor razón para que se mantenga vivo. Ese sencillo propósito constituye la tarea permanente de este espacio virtual.
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