Mal de libros. Por Alfonso Reyes
Y menos mal si da en realizar sus
lecturas, y el romanticismo acumulado por ellas lo descarga sobre la
vida. Pero falta componer el otro Quijote: la Historia del ingenioso hidalgo que de tanto leer discurrió escribir.
Leer y escribir se corresponden como el cóncavo y el convexo; el leer
llama al escribir, y éste es el mayor y verdadero mal que causan los
libros.
Montaigne se quejaba de que haya pocos
autores: la mayoría no son sino glosadores de lo ajeno. Schopenhauer
lamenta que sean tan escasos los que piensan sobre las cosas mismas: los
más piensan en los libros de otros; al escribir, hacen reproducciones;
otros, a su vez, reproducen lo que aquéllos han hecho, de modo que en
la última copia ya no pueden reconocerse los rasgos del bello Antínoo.
Tales autores, a imitación de la deidad
antigua, no pisan el suelo: andan sobre las cabezas de los hombres; que
si tocaran la tierra, aprenderían a hablar.
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